16 de mayo de 2014

Euskera sendo 'fuerte, firme'


Según las teorías al uso1, el euskera sendo (sento en roncalés y suletino) 'fuerte, firme'derivaría del latín exēmptu-, participio pasado del verbo eximō 'poner aparte; quitar, retirar, expulsar'. Sin embargo, (y como tantas otras que se han propuesto) esta etimología es inaceptable por cuanto la fonética y la semántica no concuerdan. En mi opinión, se trata de un participio IE *swen-to- 'saludable, fuerte'3, reflejado en el germánico *sunda- > antiguo inglés gesund 'firme, seguro; saludable, en buena condición', moderno sound

Esta misma etimología explicaría el ibérico indi, formante de antropónimos como Indi-beleś, así como el euskera indar 'fuerza', un nombre abstracto derivado de la misma raíz. Tanto la inflexión vocálica como la pérdida de la sibilante4 son propias del ibérico y del elemento ibérico del euskera. Así, por ejemplo, tenemos el bajo navarro inda 'vereda' a partir del romance senda
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1 S. Segura Munguía (2007): Diccionario por raíces del latín y voces derivadas, p. 196.
2 De ahí derivados como sendatu 'sanar; fortalecer', sendagarri 'remedio', etc.
Si mis lectores me permiten una observación, no es éste el único préstamo IE antiguo (aparte de los célticos) en euskera que merezca nuestra atención, aunque la inmensa mayoría no han sido aún reconocidos debido a la miopía lingüística que aqueja a la mayoría de los especialistas.
4 El ibérico ś (probablemente una fricativa predorsal) nunca o rara vez aparece ante las vocales anteriores e, i. J. Rodríguez Ramos (2004): Análisis de epigrafía ibérica, p. 314-326.

15 de mayo de 2014

Transvestismo gramatical (pero solo aparente) en euskera























Aunque el euskera sea una lengua carente de género gramatical, en muchos casos los préstamos conservan el morfema de género correspondiente en la lengua de origen (generalmente romance). Entre ellos, existe cierto número de palabras terminadas en -o correspondientes a una forma original femenina en -a, lo que constituye un aparente transvestismo gramatical, pues -o es precisamente el morfema de género masculino en romance (y también la vocal temática IE), lo que induce a pensar que la forma de origen es masculina en vez de femenina.

Así, por ejemplo, el euskera oilo 'gallina' deriva del romance polla 'gallina joven', y no del masculino pollo1. Otros ejemplos ya mencionados son zank(h)o, zango y (t)xerlo. Cuando no existen correspondencias en romance, la identificación es más problemática (e incluso imposible si la etimología es desconocida), pero en mi opinión otros casos probables serían lepo 'cuello', olo 'avena' o sor(h)o 'prado'2, aunque por ahora omitiré los detalles.

Una posible explicación sería que estas palabras llegaron al euskera por intermediación de una lengua donde el morfema de género femenino era -o o bien otra vocal identificable acústicamente con el euskera /o/3. Lo que podemos afirmar con seguridad es que tanto el ibérico como el paleo-euskera (o euskera arcaico) tenían la tendencia de convertir en -i, -e los morfemas de género de los préstamos, incluso en época romance4. Así, por ejemplo, tenemos zerri, (t)xerri 'cerdo', o pare 'pala'. 
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1 Mucho menos del latín pullu-, como podría pensar algún romanista o vascólogo despistado con tendencia a pasar directamente del latín al euskera obviando las etapas intermedias, tanto diacrónicas como diatópicas.
2 No relacionado con el latín solu-, reflejado en el euskera zoru.
3 De hecho, en proto-germánico el morfema IE femenino -ā pasó regularmente a .
4 Sin embargo, en muchos casos esto no ha sido así, y es que el euskera ha absorbido un gran caudal de léxico procedente de variedades romances que se extinguieron en la Alta Edad Media, y que genéricamente se podrían clasificar dentro del grupo pirenaico-mozárabe.