28 de octubre de 2019

La gota malaya (actualizado)


El castellano destellar 'rezumar a través de un cuerpo (dicho de un líquido)' proviene del latín destillāre 'gotear', derivado a su vez de stilla 'gota', que perdura en el euskera iztil, istil 'gota; charco'1
 
Aunque en la lengua moderna este verbo ha sido reemplazado por el cultismo destilar, tomado directamente del latín, existe sin embargo la acepción homónima 'emitir rayos, chispazos o ráfagas de luz' -de ahí destello 'resplandor vivo y efímero'-, que Coromines pretende explicar en que los destellos de luz se originan por la reflexión de ésta en las gotas de agua2, aduciendo paralelos en el euskera diztira 'brillo', disti(ra) 'destello', disti(ra)tu, istatu 'brillar, reflejar', que el lingüista catalán supone derivados de la misma etimología3. Sin embargo, resulta que las formas vascas son secundarias de dirdira 'reverberación solar', dirdiratu 'brillar, reflejar', que en modo alguno se pueden relacionar con el latín destillāre.
 
En mi opinión, destellar sería un derivado del latín stēlla 'estrella', cuya forma masculina -no atestiguada en la lengua clásica- perdura en el catalán estel, que dialectamente (Mallorca) tiene el significado secundario de 'destello'.
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1 Esta palabra confluyó con istil, iztil 'barro; lodazal; inmundicia', relacionado con ustel 'podrido'. 
2 Puestos a imaginar, una explicación mejor habría sido una analogía con la gota china o malaya, un tormento que consiste en un goteo constante sobre la frente del cautivo inmovilizado.
3 J. Coromines (1973, 2008): Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, p. 190.

17 de octubre de 2019

Euskera eliza 'iglesia' (actualizado)

El latín tardío ecclēsia (a su vez préstamo del antiguo griego ekklēsía 'reunion, asamblea') dio lugar (con metátesis /sj/ > /js/) al romance *ekléjsa, del que por un lado derivan el gascón glèisa (con aféresis de la vocal inicial) el euskera altomedieval eleiza (con simplificación del grupo /kl> /l/), que es la forma más conservadora y que aún existe en vizcaíno. 

A partir de aquí, la evolución de la palabra en euskera siguió varios caminos divergentes. El primero de ellos consistió en la reducción del diptongo /ei/ > /i/, dando eliza1, que es la forma común a todos los dialectos. El segundo (en parte solapado con el anterior) suprimió la vocal final, dando el(e)iz, forma vizcaína que se encuentra sobre todo en compuestos. Y el tercero consistió en la fusión de la yod /j/ con la sibilante adyacente, provocando la palatalización de ésta en elexa (vizcaíno y el extinto alavés), transformado luego en eleja (vizcaíno) con fricativa velar sorda /x/ por influencia del castellanoDe esta manera, el topónimo y apellido vasco Elizalde 'junto a la iglesia' (de alde 'lado, región') tiene la variante Elejalde.



Por otro lado, encontramos una evolución similar en el euskera kereiza (alto navarro), keriza (vizcaíno, guipuzcoano), kerexa (vizcaíno, alavés, alto navarro), gerexa (alto navarro), que como el portugués cereja, gallego cereixa y castellano cereza provienen del latín vulgar *kerésja 'cereza'2.
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Véase el castellano (e)grija, presente sobre todo en la hagiotoponomía (Grijalbo, Grijota).
De aquí el euskera gerezi, que es la forma estandarizada en la lengua.